Ataque Viral

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Antígeno: una molécula que puede ser reconocida por el sistema inmune.

Citotoxinas: sustancias químicas que matan a las células.

Moléculas: una estructura química que tiene dos átomos o más unidos por uniones químicas. El agua es una molécula que tiene dos átomos de hidrógeno y uno de oxígeno (H2O).

Receptor: una molécula que recibe señales del exterior de las células mediante la unión con otras moléculas.

Sistema linfático: la red de vasos, tejidos y órganos que las células inmunes usan para moverse a través del cuerpo.

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Células T

Personajes que representan las células T

 

Las células T son un tipo de glóbulo blanco que trabaja junto a los macrófagos. Mientras los macrófagos pueden atacar cualquier virus o célula invasora, las células T pueden atacar solo un tipo de virus. Quizás pienses que los macrófagos son más fuertes que las células T, pero no lo son. En cambio, las células T son como fuerzas especiales que luchan contra un tipo de virus que puede estar atacando tu cuerpo.

Más de un tipo de células T

Existen dos tipos de células T en tu cuerpo: las células T colaboradoras y las células T asesinas. Las células T asesinas llevan a cabo el trabajo de destruir las células infectadas. Las células T colaboradoras coordinan el ataque.

Fotografía tomada con un microscopio electrónico de barrido de una célula T (derecha), plaqueta que ayuda a que la sangre coagule (centro) y glóbulo rojo (izquierda).  Las protuberancias en la célula T son receptores usados para combatir infecciones. Del Instituto Nacional del Cáncer.

Fotografía tomada con un microscopio electrónico de barrido de una célula T (derecha), plaqueta que ayuda a que la sangre coagule (centro) y glóbulo rojo (izquierda). Las protuberancias en la célula T son receptores usados para combatir infecciones. Del Instituto Nacional del Cáncer.

Células T asesinas y antígenos

Las células T asesinas encuentran y destruyen las células infectadas que fueron convertidas en fábricas de hacer virus. Para logarlo tienen que poder distinguir las células infectadas de las sanas, y para ello usan moléculas especiales llamadas antígenos. Las células T asesinas pueden encontrar las células que contienen virus y destruirlas.

Los antígenos funcionan como etiquetas identificadoras que le dan información a tu sistema inmune sobre tus células y cualquier intruso. Las células sanas tiene "antígenos propios" en la superficie de sus membranas que permiten que las células T sepan que no hay intrusos. Si la célula está infectada con un virus, tiene piezas de los antígenos del virus en su superficie. Esto es una señal para la célula T asesina que le permite saber que es una célula que debe ser destruida.

Anatomía de la célula T

 

Anatomía de una célula T

Las células T tienen muchos receptores idénticos que cubren su superficie y solo se unen a una forma de antígeno. Cuando un receptor de célula T encaja con su antígeno viral en la célula infectada, la célula T asesina libera citotoxinas para matar a la célula.

 La clave para encontrar células infectadas

Células T uniéndose a células infectadas

 

Tu cuerpo tiene entre 25 millones a un billón de distintas células T. Cada célula tiene un receptor único que encaja sólo con un tipo de antígeno, como una cerradura que encaja con solo una forma de llave. Los antígenos y los receptores funcionan muy parecidos a las cerraduras y las llaves. Cada una de las 25 millones a un billón de células T diferentes encaja en una forma diferente de antígeno. La mayoría de estos antígenos no van a entrar en tu cuerpo nunca, pero las células T que patrullan tu cuerpo los reconocerán si lo hacen.

Los receptores de las células T encajan con sus antígenos como una llave compleja. Cuando el antígeno viral en la célula infectada que tiene la forma perfecta encaja en el receptor de la célula T asesina, la célula T libera perforina y citotoxinas. La perforina primero hace un poro, o un agujero, en la membrana de la célula infectada. Las citotoxinas van directamente al interior de la célula a través de ese poro, destruyéndola junto con los virus que están dentro. Esta es la razón por la cual las células T asesinas se llaman también células T citotóxicas. Los trozos de las células destruidas y los virus son entonces eliminados por los macrófagos.

Células T colaboradoras

El otro tipo de células T son las células T colaboradoras. Estas células no fabrican toxinas para luchar contra los invasores mismos. En su lugar, son como un equipo de coordinadores. Usan mensajes químicos para dar instrucciones a otras células del sistema inmune. Estas instrucciones ayudan a que las células T asesinas y las células B puedan fabricar más copias de sí mismas para poder combatir la infección y asegurarse de que el combate se mantenga bajo control.

Construyendo un ejército más grande para un invasor particular

Cuando una célula T encuentra su virus correspondiente en tu cuerpo, hace muchas copias de sí misma para atacar ese virus.

 

Cuando una célula T colaboradora envía un mensaje químico, la célula T asesina correspondiente es alertada de que hay un virus presente. Luego de que una célula T asesina encuentra y destruye la célula infectada, este mensaje enviado por la célula T colaboradora le da instrucciones de que se copie a sí mismo, construyendo un ejército de células T asesinas. Dado que sólo las células T que pueden combatir el virus invasor son copiadas, tu cuerpo ahorra energía y al mismo tiempo es muy eficiente matando al virus.

Inspección de células T

Las células T se fabrican en la médula ósea, como todos los glóbulos rojos y blancos. El nombre célula T proviene del órgano donde maduran, el timo. El timo está justo arriba de tu corazón, y es más o menos del tamaño de un mazo de cartas. Como la mayoría de las células T se fabrican cuando eres joven, los niños tienen timos más grandes que los adultos. El timo también es donde las células T son inspeccionadas para eliminar las que podrían atacar las células sanas de tu cuerpo.

Moviéndose alrededor del cuerpo

Todos los glóbulos blancos tienen dos modos de moverse alrededor del cuerpo. Un modo es a través de tus vasos sanguíneos. El otro modo es a través del sistema linfático.

El sistema linfático tiene vasos que mueven un fluido lechoso y glóbulos blancos alrededor del cuerpo. Al contrario del corazón, que bombea tu sangre, el sistema linfático usa los movimientos de tu cuerpo para empujar el fluido linfático por todos lados. Este es uno de los motivos por los cuales es bueno ser activo y hacer ejercicio.

El sistema linfático

 

Cambiando sistemas de transporte

La mayoría de los glóbulos blancos están almacenados en el sistema linfático hasta que son requeridos para combatir una infección. Cuando un virus ataca, los glóbulos blancos pueden transferirse a los vasos sanguíneos para poder atacar a los virus rápidamente. Esta transferencia ocurre en los nódulos linfáticos, que están ubicados a lo largo de tu cuerpo.  

Muchos nódulos linfáticos están en tus piernas, axilas y cuello. La última vez que tuviste un dolor de garganta probablemente sentiste zonas hinchadas en uno o ambos costados de tu cuello. Aquí es donde las células T y las células B se multiplican y se preparan para atacar a los virus.

Otras partes importantes del sistema linfático donde las células crecen, se multiplica, y atrapan invasores son tu médula ósea, el timo, el bazo y las amígdalas.

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